El 8 de Septiembre profesionales y alumnos celebramos el día mundial de la fisioterapia, una profesión que aunque se ha practicado desde la prehistoria y a lo largo de todas las culturas, no fue hasta el año 1958 cuándo la OMS la definió como “La ciencia del tratamiento a través de medios físicos, ejercicio terapéutico, masoterapia y electroterapia” y por tanto, se fueron orgarizando poco a poco los diferentes planes de estudios según cada país eso sí, todos amparados por ley como profesión sanitaria dentro del ámbito universitario.
Para mi la fisioterapia siempre ha sido el corazón de nuestro centro pese a que luego fueron apareciendo otras muchas especialidades sanitarias y desde luego creo que realmente es una profesión en la que pese a todos los conocimientos teóricos y prácticos prima la intuición y sobre todo el corazón.
Dentro de la fisioterapia suele haber una pequeña guerra abierta (para mí más simpática que otra cosa) entre los que se decantan más por “terapias manuales” otros por “ejercicio físico” otros defienden las terapias mediante electroterapia… pero creo que nunca hay que olvidar que TODO es fisioterapia. Como en todas las profesiones detrás de cada profesional hay una persona, y ella es la que determina las técnicas con las que se siente más cómodo o seguro a la hora de ayudar a su paciente, pero al final, todos los fisioterapeutas tienen el mismo objetivo y es mejorar la calidad de vida del mismo y optimizar la actividad, deporte o rutina diaría que cada paciente necesita.
Pero es curioso, porque al final, en una sociedad en la que muchas veces se prima el elegir una profesión por la comodidad, aspecto económico, horario… la persona que es por vocación fisioterapeuta coindice con muchos otros en los que compartimos nuestros fines de semanas maratorianos pagando sin parar por seguir estudiando lejos de nuestras familias y nuestros hobbies… se convierte en un hábito que por suerte todos nuestros allegados pronto conocen y al final, entendiéndolo más o menos lo respetan, hábito que al final hace que establezcas lazos muy fuertes con otros profesionales que aman la profesión tanto como tú y por tanto, lazos que aunque vivamos en ciudades diferentes nunca se rompen y no paras de tener grandes amigos que te ayudan a solventar los problemas que te plantean día a día tus pacientes. Al final, no lo podemos evitar, simplemente nos gusta y tenemos la necesidad de dedicar todo nuestros esfuerzos en mejorar nuestra técnica o trabajo si eso va a traducirse en que nuestros pacientes mejoren si pueden ser antes pero sobre todo… buscando la solución a “ese paciente” que por más que lo intentas no consigue estar todo lo bien que te gustaría.
Esa creo que es la filosofía de todos los fisioterapeutas… nuestra obsesión innata por saber cómo resolver los problemas de quien viene muchas veces habiendo perdido la esperanza con otras ramas de la medicina o profesionales que con sus herramientas no les han podido ayudar o al menos, nosotros, podemos complementar su tratamiento para conseguir el objetivo de mejora en su calidad de vida.
¡Feliz día a todos los fisioterapeutas y gracias a los pacientes que confían en nuestras manos!